miércoles, noviembre 29, 2006

Diario Íntimo de un Condenado capítulo 2º

Diario Íntimo de un Condenado capítulo 2º

Santa Concha

¿Como hemos llegado a esto? No lo se. Aquí todo se vive con intensidad. El estrés es tanto que los que dirigen esto deberían plantearse usar toda esta energía para producir calefacción. Las emociones están a flor de piel, a veces en carne viva. En esta olla estamos todos y cuando la temperatura aumenta, cuando las válvulas no dan salida al vapor y la presión es insoportable, los efectos de la explosión también alcanzan a todos y la onda expansiva escapa fuera de los muros.

En un devenir diario tan rígido en los horarios; en el silencio; en la luz casi omnipresente y en los sonidos; todos luchan, a veces de forma inconsciente por huir de tanta monotonía, de las preguntas repetida, de las respuestas intuidas. Aquí los momentos diferentes son una mercancía cara, por escasa, sin embargo la maquinaria del “sistema” no prevé suficientes momentos no previsibles.

Por eso, desde mi estricto gnosticismo tengo que recordar hoy la labor de la Pastoral Penitenciaria, una de las muchas mutaciones benévolas de la, cada día más denostada, Iglesia Católica. No deja de ser doblemente paradójico que aquellos que creen que Jesucristo es una versión light de Mohamed, un sucedáneo para infieles; soliciten y obtengan el auxilio de estos cristianos. Por aquí la frase: “ir a casa del cura” tiene más que ver con la libertad que con la religión. Ya sea en la casa del cura o en el “Sociocultural”, curas o voluntarios, con misa o sin ella, la gente de la Pastoral Penitenciaria no hace proselitismo, no discrimina y ofrece “lo que tiene” o lo que les dejan, a todos, ya sean huérfanos de familia, de país, de religión y por supuesto de libertad. Gracias… a todos ellos, en nombre de todos nosotros.

Johann W. Goethe escribió: “Trata a un hombre como es y seguirá siendo lo que es. Trata a un hombre como lo que puede llegar a ser y será lo que puede llegar a ser”.

En mi opinión, esta ONG es la única heredera de de Concepción Arenal, de su labor y de su pensamiento. Los responsables de la Institución Penitenciaria (todos…), harían bien la obra de la primera “Visitadora de Prisiones” y, aplicarla como se hace en “Europa” desde hace años. Allí sus trabajos siempre fueron más valorados que aquí, donde la mayoría cree que Concepción Arenal es sólo el nombre de una calle a la que, por cierto, en una ciudad cercana, con una vergonzosa falta de respeto y de memoria van dejando huérfana de nombre (a la calle).

He oído a muchos decir que un trabajo como el suyo no tiene sentido en un estado democrático. Los que vivimos en una prisión sabemos que no tienen razón y yo lo que si tengo claro es que, si de verdad viviésemos en un estado democrático, si la justicia funcionase, lo que en verdad no tendría sentido, sería la caridad.

A. V. de B.

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