...y yo que pensaba que entraba en prisión por unos días y llevo un mes! Supongo que muchos pensarían lo mismo que yo. Me parece un año y a vosotros, lectores, os parece ridículo.
Lo cierto es que tiene su paradoja:
Con 10 años me operaron de fimosis, entré por un día y me tuvieron ingresado por una semana.
Con 20 años vencí un Cáncer, entré por un dolor abdominal y estuve 11 meses con quimioterapia y radioterapia.
Con 30 años he entrado en prisión; pronóstico reservado, o en términos jurídicos secreto de sumario, bueno no hay mal que cien años dure, es lo que pienso para defenderme del miedo hace toc toc en mi cerebro todas las noches. Pero lo cierto es que ahora mismo lo que más me aterra es llegar a los 40, con la carrera que llevo!!
Y es que a veces pienso que la verdadera prisión está en la calle, el mundo, la gente, tus clientes, los bancos, los compromisos...las enfermedades, la pobreza, las armas, los conflictos, las drogas...Me lo planteo por momentos y en un acto de autocrítica me cuestiono si soy un consentido que se toma su estancia en A Lama como unas vacaciones en un resort, sin móviles, sin entidades financieras, piscina, campo de fútbol, cancha de frontón, habitación doble con vistas a la sierra, selfservice culinario... y pronto me contesto: NO!!! Es otra experiencia vital, que no mata y por ende, te hace más fuerte.
Puedes tomarte el ingreso en plan burbuja, miras a los demás por encima del hombro porque traes a tu memoria cientos de fotogramas, Malamadre, Mr. Mason, Green Mile, donde casi todos eran culpables. Pero pasada una semana esa burbuja, y no se sabe por qué, explota. Y te das cuenta que eres un NIS de 10 dígitos, que en la foto del carné no te han dejado elegir tu mejor perfil, que el papel higiénico no es húmedo como el de Jonshon’s & Jonshon’s y no limpia bien el pegote de tinta de tu pulgar derecho, que hasta el martes no tienes dinero en tu nueva tarjeta de crédito y que los demás también son otro número de 10 dígitos tan inocentes como tú, por lo menos a priori.
Con 22 años llegué a pensar y decir que todos tenemos que tener un Cáncer en nuestra vida, y por supuesto superarlo. Para mí ha sido la mejor experiencia de mi vida. Te abre lo ojos, valoras a tu gente, las relaciones humanas, vuelves a sabores las pequeñas cosas y te das cuenta que la vida es una, que los problemas surgen siempre. Pero surgen para ser resueltos y resolverlos y que si no te da tiempo hoy, mañana procura madrugar un poco más. Cada enfermo que te encuentras, compañero de celda o de sesión de quimioterapia, tiene su historia. Que cada relato es diferente y nadie puede compararse porque somos seres humanos, y tan iguales y tan diferentes a la vez, y ahí radica nuestra grandeza; somos semejantes, con quasi igualdad de oportunidades pero reaccionamos, respondemos, respiramos y vivimos de forma distinta y en determinados momentos nuestras vidas se entrecruzan y se encuentran.
Hoy es el día que la historia se repite. He cambiado las enfermeras por funcionarios, el doctor jefe de servicio por el educador del módulo, las sesiones de quimio por actividades de convivencia y respeto, un linfoma de Hodking por un alijo de hachís, una leucemia por “una maleta que no era mía”, una metástasis por unos malos tratos, un pitufo de ciclosporina por un una jeringa de metadona, una tarjeta de visita por un vis a vis familiar...tantas a tantas analogías que casi no encuentro diferencias entre estas dos pruebas que la vida te puede poner.
El resultado, en definitiva, el mismo: todos queremos salir, curarnos y volver a respirar el aire de ahí fuera, que es el mismo que pasa por encima de los muros de hormigón C P A Lama, o el que entra por la ventana del la planta 4ª de C M Povisa. Entretanto, las relaciones humanas; todos queremos saber porqué está aquel marroquí, cuánto lleva el rumano o cuantas sesiones de radioterapia le quedan al viejito de la 16. Cada caso es distinto, puedes escucharlas, atenderlas y entenderlas, o no, pero son diferentes a la tuya en todo o en parte y no puedes agobiarte pensado o buscando similitudes con tu causa para encontrar el resultado de la ecuación que todas y cada una de las 30 noches que llevo aquí intento resolver en la segunda litera de la celda 25 del modulo 6:
Delito + Agravantes- Atenuantes = Condena
Hoy es el día que vuelvo a pensar, TODOS necesitamos...un mes al menos en prisión. Somos más libres por pasear entre edificios en vez de muros?
Puede ser no voy hacer demagogia inversa, pero si es cierto que hay gente en la calle que es más prisionera que otros que estamos aquí dentro y se lo está tomando como una lección vital, que hará de ese ente alguien Libre de verdad, igual que la vez que yo salí por mi propio pié de mi último ingreso. Es ahora cuando replanteo el titulo de este relato pero con grandes signos de interrogación.
¿Un día en prisión?
Signos tan grandes de interrogación como las dudas que me asaltan cuando pienso Si toda la vida somos Libres.
D.T.A.