¿Quién me iba a decir a mí que podría pasar una fiesta tan singular en prisión?
El día 7 de Noviembre del 2009 se celebró en nuestro módulo (el Nº 6) la fiesta del Magosto, es decir, la conocida como la fiesta de las castañas, esas que tan ricas son, las que tanto nos gustan, no sólo por su sabor, sino por todo el ritual que las acompaña y que tantos gratos recuerdos nos trae de otros años que celebramos esta fiesta en libertad, junto con los nuestros. Este año lo celebré con mis compañeros de módulo y algunos invitados nuestros de otros módulos.
A decir verdad, yo personalmente me sentí bastante arropado por todos mis compañeros, no es lo mismo que estar con los tuyos, pero agradecí mucho la unión que hubo entre todos nosotros para que todo saliera bien y fuese del agrado de todos, además, por supuesto, de pasarlo lo mejor posible y que no nos inunde la melancolía, la tristeza o las lamentaciones estériles que a ninguna parte nos llevan, sólo a sobrellevar de la peor manera tu condena.
Mis fotografías, esas que quedarán de por vida en el disco duro de mis recuerdos fueron las siguientes, además de las que hizo D. Paco (el educador), claro:
Por un lado estuvieron los preparativos, que de forma voluntaria y con mucha ilusión todos pusimos nuestro granito de arena, bueno, yo diría mejor que pusimos nuestro palito en la hoguera.
Mientras unos preparaban las castañas, que por cierto este año eran como manzanas, otros preparaban los altavoces y demás equipo de sonido para amenizar la fiesta con música, otros preparaban las mesas de los comensales, unos entremeses y se disponían a ejercer de camareros, otros ensayaban los monólogos para que no faltasen las risas, otros preparaban las brasas mientras miraban al cielo tragando saliba para que no se cumpliera una de las leyes de Murphi y aquella nube tan negruzca no soltase lo que tenía dentro.
Hizo el día perfecto para el Magosto, un día frío, gris, a punto de llover, pero compensado con el calor de la hoguera y del calor humano desprendido por todos los que estábamos a su alrededor, el que más el que menos acabó tiznado de negro por algún alma que se dispuso a alegrar la fiesta, ¿quién no se disfraza en Carnaval?, ¿quién no se tizna en el Magosto? Posiblemente a todos estos no se les reconozca en las fotos de la cámara, pero sí en las de mi memoria, risas y carbón.
Otra fotografía fue en la sala de televisión, en la que entre los músicos (con Manoliño a la cabeza como genio y figura del mundo del espectáculo) y el grupo de Monólogos se esmeraban en el intento de hacer más ameno el ambiente, mientras en las mesas la gente disfrutaba de una tarde tranquila entre conocidos.
Por supuesto el Equipo Técnico al completo no faltó a la fiesta; allí estuvieron aportando su palo de madera a la hoguera, sus fotos, sus palabras cercanas, bueno y su aprobación y apoyo para poder disfrutar de un día que tan triste podría llegar a ser de otra manera y en otras circunstancias, por ejemplo, en otro módulo que no sea convivencial.
En resumidas cuentas, me queda en el álbum de mi memoria una foto positiva y alegre, que creo que no es poco para estar donde estamos.
¡¡Por cierto, las castañas estaban lujo!!
Carlos C.
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