¡¡Navidad, es navidad!!...sí, y... ¿qué? Eso es lo que me podríais decir todos los que estáis presos/as.
¿Sirve para algo la navidad?, me preguntaríais con voz irónica y mirada crítica... y, entonces, yo me callaría y empezaría a pensar, porque, para responder a una pregunta así, primero hay que meditar. Y al cabo de un rato, yo os preguntaría: y negar la navidad ¿sirve de algo?
Mirad, cada uno es digno de pensar lo que quiera. Evidentemente, si pensamos en la Navidad “comercial”, no, no sirve de gran cosa; sólo para hacernos gastar y ¡ya está!, pero si miramos desde el punto de vista religioso, la cosa cambia. Claro que eso depende de la religión que tengamos cada uno. Pero en mi corazón, la Navidad es muy importante.
Recuerdo que cuando era pequeño y se acercaba la Navidad, siempre decía: “el aire huele a Navidad”, no decía el ambiente sino el aire... Y como aún sigo teniendo algo de niño y sigo oliendo ese aire especial que nos transmite la Navidad (eso sí, cada vez más contaminado, pero al menos sigue ahí) estoy feliz. Y cuando deje de oler a Navidad, es que algo no funcionará bien en mi interior.
Ya sé que muchos estáis tristes porque no la podéis celebrar con los seres queridos, al estar presos, y pensáis que no merece la pena sentir la Navidad. Permitidme que os diga que el cuerpo puede estar encerrado, pero el corazón y la mente no. Si vosotros los queréis encerrar ya es otra cosa. No dejéis que os encierren la mente y el corazón; estos son libres si os lo proponéis. La libertad no hace felices a los hombres; los hace sencillamente hombres.
Lo triste de la Navidad es recordar a los seres que, poco a poco, han ido desapareciendo de nuestro lado para celebrarla con Dios. Es triste, pero ellos no querrían vernos apenados por su causa. Así que... ¡a intentar animarnos! Al meno, hacedlo por ellos, pues la prueba más clara de sabiduría es una alegría continua.
Por eso os deseo ¡¡Feliz Navidad!! A todos/as.
¿Sirve para algo la navidad?, me preguntaríais con voz irónica y mirada crítica... y, entonces, yo me callaría y empezaría a pensar, porque, para responder a una pregunta así, primero hay que meditar. Y al cabo de un rato, yo os preguntaría: y negar la navidad ¿sirve de algo?
Mirad, cada uno es digno de pensar lo que quiera. Evidentemente, si pensamos en la Navidad “comercial”, no, no sirve de gran cosa; sólo para hacernos gastar y ¡ya está!, pero si miramos desde el punto de vista religioso, la cosa cambia. Claro que eso depende de la religión que tengamos cada uno. Pero en mi corazón, la Navidad es muy importante.
Recuerdo que cuando era pequeño y se acercaba la Navidad, siempre decía: “el aire huele a Navidad”, no decía el ambiente sino el aire... Y como aún sigo teniendo algo de niño y sigo oliendo ese aire especial que nos transmite la Navidad (eso sí, cada vez más contaminado, pero al menos sigue ahí) estoy feliz. Y cuando deje de oler a Navidad, es que algo no funcionará bien en mi interior.
Ya sé que muchos estáis tristes porque no la podéis celebrar con los seres queridos, al estar presos, y pensáis que no merece la pena sentir la Navidad. Permitidme que os diga que el cuerpo puede estar encerrado, pero el corazón y la mente no. Si vosotros los queréis encerrar ya es otra cosa. No dejéis que os encierren la mente y el corazón; estos son libres si os lo proponéis. La libertad no hace felices a los hombres; los hace sencillamente hombres.
Lo triste de la Navidad es recordar a los seres que, poco a poco, han ido desapareciendo de nuestro lado para celebrarla con Dios. Es triste, pero ellos no querrían vernos apenados por su causa. Así que... ¡a intentar animarnos! Al meno, hacedlo por ellos, pues la prueba más clara de sabiduría es una alegría continua.
Por eso os deseo ¡¡Feliz Navidad!! A todos/as.
Javier C.T.