Después de tanto tiempo encerrado por fin… gracias la confianza del educador (D. Paco…) llegó mi momento de salir de la cárcel. Fue para trabajar con un grupo de compañeros un día entero, acondicionando un tramo de la ruta Barbeira (en el concello de A Lama).
Y fue un día maravilloso, caluroso. Al principio, en realidad no tenía idea de lo que íbamos a hacer. No sabía por donde empezar pero, con la ayuda de los compañeros que ya habían trabajado en esos caminos durante muchas salidas, empezamos a movernos. Unos recogiendo las piedras que el agua de la lluvia había tirado de los muros, otros colocándolas en el camino; el resto con las máquinas desbrozadoras, cortando las ramas y las hierbas que todo lo invaden. Todos colaborando.
La verdad es que tenía muchas ganas de trabajar y ayudar a limpiar este camino, que atraviesa por el valle, una zona montañosa; del que tantas veces había oído hablar. Pura naturaleza, aire limpio. Me sentí muy contento de echar una mano a mis amigos.
Sobre las tres y media de la tarde, nos invitaron a comer en la casa de Dani, el hombre que se encarga del mantenimiento y la señalización de la ruta Barbeira. Nos dieron de todo pero, más que la comida y la bebida, es la amabilidad de esta gente la que me hizo sentir muy bien acogido. He pasado un día inolvidable.
Soy de otro país, de otra etnia, de otra religión pero, el camino, el bosque, la gente, me han hecho sentir como un gallego más. Volvería a trabajar con ellos y pondría mi alma en ello, las veces que hiciese falta.
Tarde o temprano llegará el día en el que tendré que abandonar Galicia… me gustaría no tener que hacerlo porque en estos años he conocido a muchos gallegos y en los últimos (gracias a los permisos de salida), un poco de esta tierra. Ahora, al menos, me queda la satisfacción de haber trabajado en un camino que disfrutarán niños, jóvenes y no tan jóvenes. Un lugar maravilloso.
Gracias Paco.
H. E. F.
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