La Entrevista (esos ojos tuyos…)
Hoy he tenido una entrevista con la psicóloga. Si, aquella con la que una vez escribí que no era fácil hablar porque estaba ocupadísima. La verdad es que me hacía ilusión; hacía mucho tiempo que no tenía una conversación seria con una mujer inteligente, si exceptuamos a la “jueza” que me condenó que, si además de inteligente hubiese sido un poco más valiente, ni siquiera me hubiese condenado. No es realista desear tanta perfección, ya lo sé, pero a mí me gusta hacerlo.
Siempre he tenido la esperanza de que si uno lo desea, si lo sueña a menudo y pone verdadero empeño en encontrarla, acaba por obtener la recompensa. No importa si es “en este mundo o en el otro”, como decía el general romano Máximo Décimo Meridio, un extremeño que nació de la imaginación de un americano y se hizo famoso en el mundo del cine. Uno no planta un roble o un nogal con la idea de hacerse un arcón con su madera, lo planta para que sus biznietos puedan hacerlo y para que lo usen y disfruten los biznietos de estos, ese es el concepto, la idea.
Me afeité tan a conciencia que se me fue la mano y acabé cargándome mis larguísimas patillas. No importa, en un mes tendré otras; ojalá las neuronas creciesen al mismo ritmo en mí cerebro. Me apliqué un poco de masaje (algo difícil de conseguir por aquí) y, me esforcé encontrar la parte positiva durante toda la mañana, por ver si a la tarde podría mantener una sonrisa, estar relajado y ser como realmente soy.
Llegó la hora. Entré, me dijo que me sentara, me miró durante unos segundos y me dijo: “te veo preocupado, ese no es tu estado habitual, ¿Qué te preocupa?”. ¡¡¿?!!... ¡coño! Pensé… ¡mierda!... ¡a tomar por el culo más de medio día de preparación para la entrevista! Claro que la culpa es mía, no se de donde saqué la idea de que sus ojos no serían capaces de ver ocho centímetros detrás de los míos. Si en realidad siempre he sabido que puede y sabe como hacerlo y, por eso me gusta. Bueno… por eso y por otras cosas. Es realmente difícil encontrar en estos ámbitos verdaderos profesionales, con vocación y, aun más difícil profesionales con ganas y la suficiente perseverancia como para implicarse de una forma continua.
Esto es como un quirófano. Se ven tan de cerca y tan a menudo las vísceras que los profesionales acaban insensibilizándose por un puro y natural instinto de protección pero… eso no es bueno para los que necesitan de su atención. Así que opté por contarle el motivo de mi preocupación visto desde el lado positivo.
A. V. de B.
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