Andaluces de Jaén…
Son casi las 23:00h, en la TVE1 un par de tipos desgranan las mismas obviedades de siempre al final de un partido de fútbol; lo hacen como si estuviesen leyendo el Código de Hammurabi. Son incorregiblemente aburridos, la diferencia es que hoy se ven al fondo las gradas del estadio del Manchester United y eso me recuerda la adolescencia, cuando aun me gustaba el fútbol. Si vuestras paternidades me permiten decirlo… cuando el fútbol era más deporte, más espectáculo y menos show publicitario. En el partido de hoy (que no he visto), veintidós presuntos inocentes han perseguido y golpeado a una bola de cuero, presuntamente cosida por manos infantiles en el tercer mundo, con la presunta intención de meterla entre tres palos; cosa que han logrado ¡una sola vez en 90 minutos!. En otros tiempos sería echados a los leones sin contemplaciones.
Mientras escribo este “quejío” veo a Jesús Quintero entrevistando D. Baltasar Garzón. Este hombre (el juez…) cuando tiene una cámara delante no para de hablar sin pedir permiso a la conciencia. De entre la paja entresaco un par de cosas: dice que “los jueces, sobre todo los de instrucción tienen un poder enorme”. Ya nos habíamos dado cuenta… Otra: reconoce que es cristiano y un católico muy escéptico que ya no comulga con las estructuras de la Iglesia y sus oropeles, aunque respeta y admira la labor de los misioneros.
A ver si lo he entendido bien… Su Ilustrísima que está en lo alto de la pirámide de una estructura social independiente, no está de acuerdo con la estructura religiosa independiente porque se meten en política… ¡Coño¡ ¿no este el mismo juez que se metió a diputado y pretendía un ministerio? ¿No es este acaso el mismo magistrado que propuso y defiende “perversiones” como “la inversión de la carga de la prueba” y “el delito de apología del terrorismo”; Entre otras excepciones de la norma constitucional que, digan lo que digan, conculcan la presunción de inocencia, la libertad de expresión y opinión y, unos cuantos artículos más de la Carta Magna.
El juez repite mucho: “mi juzgado” y este humilde ciudadano quiere recordarle tres o cuatro cosas. Con todo el respeto… Su Eminencia se equivoca, el juzgado no es suyo. Es nuestro; de los españoles que con nuestros impuestos lo pagamos, al igual que su nómina, su coche oficial, su chofer y la guardia pretoriana que le protege… “Andaluces de Jaén, aceituneros altivos, decidme en el alma quien, quien plantó esos olivos…” Su Reverencia es un funcionario del Estado; con mucho poder pero, un funcionario… Y, acerca de la Iglesia Católica: “…nunca menosprecies el poder del perdón".
A. V. de B.
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