En cierta ocasión se reunieron los Dioses y decidieron crear al hombre y la mujer a su imagen y semejanza, entonces uno dijo: “...si los hacemos iguales a nosotros, tendrán nuestra fuerza y nuestra inteligencia y entonces dejaríamos de ser Dioses, debemos por tanto quitarles algo...”. Uno de ellos dijo que deberían de quitarles la felicidad a lo que estuvieron todos de acuerdo, sin embargo no sabían dónde esconderla para que los hombres no la encontraran. Pensaron entonces en esconderla en la montaña más alta, donde nunca la encontrarían; uno de los Dioses contestó: “...les vamos a dar la fuerza por lo tanto algún día subirán a esa montaña y ya todos sabrán como encontrar la felicidad...”. Otro propuso: “...escondámosla en lo más profundo del mar...” a lo que los otros Dioses le contestaron que les darían también al hombre la inteligencia y que algún día llegarían al fondo del mar y encontrarían la felicidad por lo que entonces serían también Dioses. Entonces uno de ellos que había estado callado hasta ese momento dijo: “...creo saber dónde ponerla para que realmente nunca la encuentren, pongámosla dentro de ellos mismos, en su interior, estarán tan ocupados buscándola fuera que nunca la encontrarán...”. Todos los Dioses estuvieron de acuerdo, crearon al hombre y a la mujer y les entregaron la felicidad. Recorremos el mundo en busca de la felicidad sin darnos cuenta que está siempre al alcance de nuestras manos, nos pasamos la vida buscando la felicidad sin saber que la llevamos
con nosotros mismos.
J.A.C
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