¡Prohibido! (El vino)
Permítanme vuestras paternidades recordarles que esto es una cárcel. Aquí casi todo está prohibido y si no lo está, se prohíbe. También está prohibido protestar, como mucho se admite la queja. Esto es, si a vuecencias les pisan un pié, dicen ¡ay! O ¡Mecagontó! El pisotón no se lo quita nadie pero se desahogan. Aquí el ¡ay! Está permitido siempre que se diga suave o, mediante instancia; el ¡Mecagontó! Ya no porque el “tó” incluye a la institución que, además de tener demasiado poder, se da por aludida con facilidad.
Así son las cosas, lo que realmente me asusta es que para cuando yo salga (parece que el alcaide ha descubierto que voy a sufrir más vivo que muerto y ha aplazado mi ejecución indefinidamente…), tampoco voy a poder tomar una copa de vino en la calle; O la Ministra de Sanidad habrá conseguido prohibirlo para entonces o, el Ministro de Hacienda ponerle un precio prohibitivo por el método que están aplicando al tabaco y a la gasolina: 500 pesetas una cajetilla… 400 de impuestos.
Hoy la Señora Ministra ha suspendido la tramitación de la Ley del Alcohol. No ha podido llegar a un acuerdo con los bodegueros y demás miembros del lobby vinatero que, por cierto, da empleo a más de setenta mil personas. Hasta ahora no parecía importarle mucho el daño que les puede causar tanto a estos como a los sectores de alimentación y bebidas, hostelería y turismo. ¿Que van a hacer los turistas ingleses y alemanes que invaden las islas españolas si les ponen el alcohol al mismo precio que en sus países?
Cuentan los más desconfiados del reino que tiene intención de retomar la cosa después de las elecciones municipales de mayo. Yo, como precaución, no haré uso del sufragio que es uno de los pocos derechos que no se pierden al entrar en prisión. Presos si, pero que puedan votar que para eso les damos de comer… debe de pensar la concejala del Ayuntamiento de Madrid, esa que dice que las noches en prisión no debieran de contar porque estamos durmiendo… Yo por las noches pienso, leo, escribo y duermo menos de lo necesario.
La excusa es “la protección de la juventud”; por lo visto beben mucho… La ministra no debe de recordar nada de su juventud o nunca fue joven. Yo recuerdo perfectamente que a esa edad cualquier prohibición era en si misma una invitación a la trasgresión, claro que en aquel tiempo el reino todo era una prisión; la mitad del pueblo hacía de carcelero de la otra mitad; casi todo estaba prohibido y lo que no, lo prohibía la Iglesia Católica que mandaba la leche.
Me han dicho que ponga aquí que los que organizan y asisten a los “botellones” no beben vino ni cerveza y que alguien le diga a la ministra esa que, estas dos bebidas… ni tocarlas.
A.V de B.
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