La mate porque era mía… (La herencia A)
La sangría sigue en Galicia. Hoy un joven ha matado a su mujer aquí cerca y el mismo ha llamado a la autoridad, que le ha detenido. Otro se ha ahorcado después de “asesinar a su ex”. El destino, sin embargo, ha querido que ella no muriese y está en la UCI de un hospital coruñés; ya no se teme por su vida. A lo mejor tiene suerte y todo sale al revés de cómo lo había planeado el agresor. No lo olvidará nunca pero los trastornos postraumáticos, el trauma posterior es más superable cuando el agresor ya no puede repetir la acción y, en este caso está garantizado “muerto el perro se acabó la rabia…” de ese perro, habría que añadir al viejo refrán. Porque, al paso que va la estadística anual (ya se ha superado la de febrero de 2006), parece que este tipo de crímenes ejercen un nefasto efecto mimético.
En uno de estos casos, los vecinos sabían que la víctima sufría malos tratos con frecuencia y le decían que denunciase los hechos cada vez que regresaba del hospital o la recogía la ambulancia para llevarla una vez más. Ella no lo hizo, probablemente tenía mucho miedo (razones no le faltaban…) y los vecinos tampoco lo hicieron. Si la justicia funcionase como es debido, los que oían los golpes al otro lado de la pared, deberían ser juzgados por “denegación de auxilio”. ¿Es que no saben que su deber, más que decirle a la víctima que denunciase, era denunciar ellos?
¿Hubiera servido de algo? Quizá sí, quiero creer que si (aunque me cuesta…); lo que tengo claro es que la mató porque “creía que era suya”. Porque su familia y probablemente su entorno social le enseñó que las mujeres son seres débiles a los que hay que proteger, vestir y alimentar a cambio de que sean fieles y sumisas esposas, madres y criadas; al menos hasta que… la naturaleza masculina, y por lo tanto polígama, promiscua y violenta de ellos, decida sustituirlas por otras, generalmente más jóvenes.
No es por fastidiar pero, eso es lo que nuestras abuelas aprendieron y vivieron, lo que enseñaron a sus hijas e hijos: “ellos son hombres y por serlo, tienen algunos derechos que las mujeres no pueden permitirse”. De las cuatro generaciones que actualmente poblamos la tierra; dos aprendieron y enseñaron esta doctrina; la tercera lucha y a veces muere en la transición hacia… otro mundo… otra cultura, tratando de deshacerse de los grilletes morales y las costumbres anquilosadas en el pasado y; la cuarta aprende de las anteriores lo que no se debe hacer (o eso espero…). A veces, algunas mujeres de las dos primeras generaciones ejercen una libertad que les llegó tarde. Y aun falta que sus maridos (y ex en general) se enteren, a ser posible sin entrar aquí (en la cárcel).
Lamento el pesimismo de hoy y la sangre que lo ha propiciado.
A. V. de B.
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