martes, abril 05, 2011

CRONICA DE UN FRACASO ANUNCIADO

No cabe duda de que el destino es un maricón. Yo lo tenía todo. Mujeres bonitas, coches, dinero, viajes a la América profunda con sabor a sexo, paseos nocturnos por la playa, que confluían siempre en amaneceres con olor a mango y a café, despertando siempre pegado a una piel morena, matizada por según que sol y que mares en cada país y cabellos bellos desparramados sobre la almohada blanca: Noches de sexo, pasión, daiquiris, mojitos y caipirinhas. Amaneceres blancos y tiernos: caña y café. En aquel tiempo, en mis continuas cacerías por esos mundos de Dios, en busca de “animales bellos” a los que no solía dar excesivas oportunidades de supervivencia, mantenía una filosofía para dosificar amor y sexo, como si fuera un ginctonic de Beefeter en copa grande, amargo, muy frío, con mucha ginebra, limón exprimido, con mucha ternura y vestido siempre de lino blanco, la piel morena, mezclada con otras piles morenas, de guayaba, ron, de mares verdes azulados y el sexo siempre a flor de piel, como epilogo de las grandes resacas en amaneceres grandiosos, donde uno se sentía Dios de si mismo.: “El amor es cuestión de piel: si entre las pieles, en su profundo contacto, existe “la química” la relación funciona y el amor puede existir. Si por el contrario, las pieles se repelen, las llamas de la pasión se apagan enseguida. Luego llegó el dinero rápido, las compras compulsivas, el querer más y mas por el camino mas corto. Siempre trabajando duro, pero también siempre bordeando la legalidad: bastante conocimiento de la ley y de quienes las ejecutaban, me permitieron durante años, vivir en el mismo limite del “fuera de juego” con la sabiduría y el instinto para sobrevivir, con un conocimiento profundo del “trafico de influencias, que me permitían escapar siempre de las miradas del arbitro, cuando transgredía impunemente las reglas del juego: era un kamikaze sabio y con mucha suerte, la suerte de los audaces. Luego, vino la decadencia de la Sociedad, de las reglas del juego, la debilidad de las mentes y los espíritus, la aventura suicida del “mas y mas” pero con menos margen de error y en terrenos mucho mas pantanosos, porque el deterioro era mas que evidente, el universo se derrumbaba y mi mundo sin yo saberlo se había quedado sin referencias y sin distancias de referencia. Utilizando símiles taurinos, era como esperar la salida del toro frente a la puerta de toriles, en posición de rodillas, a puerta gaiola : no te salvas ni con alas. Cuando el torero se equivoca, el toro se lo lleva por delante. En la vida es igual: si te equivocas, el destino te embiste y acabas con tus huesos en el patio de cualquier Prisión, lamentándote. ¿Por qué pasan las cosas? Porque a veces uno está en el lugar equivocado, a la hora equivocada y a veces, con la persona equivocada. El destino marca sus reglas y todo hay que someterlo a una visión a posteriori: la vida en proyección. Todo parecía cantado, se venia venir. Todos se daban cuenta de la inevitable catástrofe, todos, menos uno mismo. Como decía Don Antonio Machado “la muerte es siempre para el vecino” Jamás piensas que te va a tocar a ti. Parada y fonda. Prisión. Tiempo muerto para reajustar el motor, programar nuevas velocidades y nuevos destinos. Cambios en la valoración del tiempo y de los tiempos. La vida desde el kilómetro cero. Un nuevo cuentakilómetros también a cero para iniciar nuevas rutas. Buen sitio la Prisión para improvisar nuevos destinos, nuevas prioridades, nuevas luces tras los túneles, siempre con las largas para evitar los precipicios en cada curva, al final del camino. Pensar, escribir, programar, replantear. Ya nada será igual, los tiempos serán distintos, los triunfos diferentes, empezando por el propio yo, cambiante y menguante: Sobrevivir es una religión, mantenerse una obligación, soñar una necesidad, vivir es improvisar como en una ruleta rusa, sin pistolas ni errores. Cuenta cada amanecer y cada anochecer. La esperanza está siempre aletargada, expectante: a veces su rastro se diluye entre los patios y las rejas: nos queda siempre un trozo de monte donde la visión y la nostalgia se refugian y que cambia de color cada día, según la tonalidad de los cielos normalmente oscuros en estos valles del interior de la Galicia mas profunda y soñadora, y de un estado de animo que pasa de jodido a mas jodido, de esperanzado a indolente. Algún día seremos libres, totalmente libres, ingenuos y sabios en un nuevo mundo, que nos espera con los cuchillos afilados, dispuestos a darnos las revancha y a conseguir una victoria por puntos. Malditos los tiempos muertos, las equivocaciones y los pozos profundos. Maldita la ceguera. Maldito el egoísmo y la mezquindad de este mundo salvaje, paranoico y cruel. Maldita la inocencia de los no inocentes. Maldita la espera de lo que no se esperaba. Maldito el destino traidor. Maldito yo. Menos mal, que al final Dios siempre perdona y la vida al final siempre nos regalará una playa en Río de Janeiro, un mojito, un daiquiri, una caipirinha, un amanecer con el Pan de Azúcar al fondo y una piel fresca de veinte años, para morirse en paz, llorando por el amor pendiente. “ Que me entierren en mi tierra” decía el corrido mexicano. A mí que me entierren también, bajo las parras, para volver en vino oscuro y sabio. Mientras tanto, parte de mi alma seguirá navegando por los patios y caminos de A Lama, como aquel pájaro llamado Queztal que “se muere, si no es libre” A veces los caminos se tuercen: unos te llevan a Brasil con escalas en La Habana y Santo Domingo. Otros en furgón con la inestimable compañía de la Guardia Civil, te conducen a La Lama. Allí no te esperan pieles morenas, sino funcionarios vestidos de azul, con sus propias tragedias a cuestas. Entre el cielo y el infierno: eso es la vida. T.D.G.