viernes, noviembre 05, 2010

UN DIA EN PRISION

Ganador concurso Nelson Mandela "Un día en prisión"
Mientras mi compañero descansa, observo a través de las rejas de mi celda como un rojizo sol de verano cede su trabajo a unos proyectores de halógena luz naranja. Ahora, en la relativa tranquilidad que me ofrece la soledad y el silencio, miro hacia el cielo y reflexiono. En algun sitio lei que nosotros escribimos nuestro destino y que somos lo que hacemos. Lo que hize me trajo aquí y por la misma norma, lo que haga ahora determinara mi futuro. Puedo resignarme y esperar que el tiempo pase sin mas. O puedo evitar que mi vida se detenga y seguir creciendo como persona, madurando como ser racional. No es fácil. Nadie dijo que lo fuera. Es todo un reto. Voluntad. Quizas esta sea la prueba más dificil de mi vida. Una prueba de paciencia, de habilidad, de tolerancia y de autoestima.
Es un gran consuelo para mi el hecho de que mi familia me perdonara y me ofreciera su apoyo, condicionado a mi buen comportamiento, pensar en ellos me da fuerzas. Como me las dio esta mañana antes de bajar a desayunar, cuando otra jornada me desafia a romper una rutina por si misma perpetuamente tediosa. Despues de tomar el pseudo-café y el “chusco” de pan, consegui escaparme. Si, me fugué y me escondi en la magia de la lectura. Asi pasé parte de una mañana como la de ayer y como todas. Sólo volvi puntualmente a la realidad un par de veces para resolver las demandas de mi destino como auxiliar de la Biblioteca. Buen destino. Entre mis amigos los libros y sus lectores. Quizas el lugar más tranquilo del Módulo. Hasta que llego el mediodía. Educadamente pido a los compañeros que desalojen la estancia para cerrar y devolver la llave al funcionario de turno.
Caminando por el patio, me aburen conceptos del tipo: sentencia, recurso, meses, años…libertad condicional. Intento no pensar en ello. Tampoco es fácil. Tengo hambre. El caos de la cola para coger la comida se va convirtiendo en un goteo de personas al que me sumo, la comida huele como siempre, parece la de siempre, y no necesito verla para saber que su sabor será siempre el mismo. Ya no disfruto comiendo pero necesito alimentarme. Fruta. ¡Si! me gusta la fruta, en la calle casi no la comia, prefería el dulce. Yogurth. Como siempre, lo cambiare por un pitillo para la sobremesa. El ruido de más de un centenar de personas entre cuatro paredes es atronador, me embota la cabeza. Mientras algunos hacen cola en el economato para comprar café (yo no tomo café, soy hiperactivo y me excita sobremanera), prefiero la tranquilidad de un paseo por el patio, al aire libre. Una “persona” se me acerca para pedirme un favor, digo persona poque no me gusta la etiqueta de “recluso” o “interno. Un favor.- Si está en mis manos, lo intentaré- le respondo. Dicen que aquí todo tiene un precio sin embargo prefiero pensar que aun puedo cambiar un favor por otro. Eso me hace sentir util. Con una fuerza inusitada, el altavoz escupe una serie de ruidos inteligibles. Nos estan indicando que es el momento de subir a las celdas. Bien. Tranquilidad. He pasado medio día y he “sobrevivido”. Oir y callar. Ver y callar esa es la estrategia para evitar problemas. Por eso no voy a contar lo que veo ni lo que oigo a mi alrededor. Es por todos conocidos el problema de las drogas, el abuso de medicación ó simplemente la falta de modales. Rabia mucho tiempo contenida, ajustes de cuentas, desiquilibrios psicologicos. Ahora ya no me afecta. Antes me sorprendia. Temia que ciertos comportamientos me salpicaran. De que se aprovecharan de mi ingenuidad. Es la primera vez que estoy en la cárcel. Hay una primera vez para todo ¿no es así? Y hasta esta experiencia se puede aprender. Aprendí a decir que no, a evitar problemas gratuitos, a convivir con personas de diferentes razas, religiones o costumbres. Todos estamos igual de jodidos y ese es el nexo que nos une. No me creo con el derecho de juzgar a nadie, pero es inevitable que haga mi propia selección de las personas que quiero tener cerca de mi, tampoco me sorprendió ya de lo desproporcionado que son algunas condenas, respecto al delito cometido y yo mismo me considero un ejemplo. Solo veo victimas. Victimas de la droga de la avaricia en un sistema enfermo en lo que mas importa es “tener” por encima del “ser”. ¿Qué soy? ¿un pobre hombre que subsiste con diez euros a la semana? Una persona rica en valores y educada en unos principios eticos inculcados con firmeza durante años por una madre que creyó que la buena educación es la base de la convivencia y que invirtió en ese proposito los mejores años de su vida. Ahora, con humildad sincera reconozco que no hay dinero en el mundo que pueda pagar esa dedicación.
Subo las escaleras a tropezones hasta alcanzar la segunda planta de la galeria tan fria y simétrica como una nevera gigante, hierro y cemento. Reticular como un almacen donde se ordenan ¡personas! De dos en dos, perfectamente “colocada” cada pareja en su “sitio”. Cuando la puerta me encierra dentro, paradojicamente me siento más seguro, estoy en mi espacio vital, el único espacio donde puedo tener un minimo de intimidad aunque esta es relativa, ya que tengo que compartir estos momentos con otra persona. Sólo los ocasionales gritos y golpes provenientes de otras celdas me recuerdan que, tras esa gruesa puerta de hierro con el número 36, se siguen fraguando tensiones, desavenencias, lagrimas, dolor…rabia, venganzas etc. Pero ahora me voy a escapar de nuevo. Por la ventana del televisor accedo al presente. El mundo sigue su camino inexorable. A veces puedo ver mi ciudad, incluso mi barrio o alguna persona conocida. El chirriar de la puerta al desplazarse anuncia que son las cuatro ymedia, ante mi se presenta otra vez ese pasillo aséptico, frio, impersonal de la galeria invitandome a atravesarlo, pero antes debo limpiar la celda. Ser presos no significa que seamos unos cerdos, lejia barrer y fregar. Hiero y cemento. De nuevo otra vez abajo, entre la agoviante presencia de estos muros coronados de alambre espinado que activan cualquier deseo ilusorio de de libertad, observo a la gente. En el aire se denota un potaje rancio de sentimientos tan candentes que en conjunto asemeja una olla a presión a punto de explotar. Vinagre y carbonato, efervescencias de emociones, tristeza, rabia y una pizca de piadosa esperanza.
Tras pasar varios minutos al sol, vuelvo a entrar a la biblioteca. Abro un libro y me voy a través de él hacia lugares que habitan en mi cabeza, cuando vuelva habrá pasado otra tarde, habrá pasado otro día en prisión, parecido al de ayer y al de mañana. Pero único como cada momento, cada minuto de nuestra vida es irrepetible. Nosotros hacemos que así sea, porque mañana seré un poco mejor de lo que he sido hoy y me quedara un día menos para irme con mi familia.
Rubén R.

5 comentarios:

  1. bien merecido el premio! Felicidades desde Catalunya!

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  2. Enhorabuena de todas las que hacemos chicass10 desde el centro penitenciario de Teixeiro.

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  3. Felicidades por ese premio, me ha encantado cada palabra que has escrito! Ojalá te veas pronto rodeado de esa libertad que tanto deseas! Un saludo!

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  4. SENCILLAMENTE MARAVILLOSO,SE ME HAN PUESTO LOS PELOS DE PUNTA AL LEERLO, ENHORABUENA!!!!!

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  5. Enhorabuena por estas letras.... y por este premio. supongo que con esa forma de ver y pensar no tendras demasiados problemas en ese mundo. soy un ex del modulo 6 y tambien de biblioteca y desde aqui te quiero mandar animos, que es lo que mas falta hace, ya que fuerza creo que tienes bastante. Sigue asi!! un saludo y suerte

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