lunes, febrero 05, 2007

Diario Íntimo de un Condenado capítulo 26


Romanos, Judíos, Escoceses, Gabachos… (Los innombrables 2º parte)

¡¡Ah NO!!... ¡eso si que no!... Uff, menuda pesadilla. Anoche soñé que después de nosecuantosaños (muchos), por fin íbamos de excursión… el eufemismo que usa la Institución Penitenciaria es salidas programadas. Es como lo de llamarnos internos a los presos, módulos a los barracones de 72 celdas o menú equilibrado a lo que perpetran en la cocina. Yo creo que, mayormente los eufemismos sólo sirven para joder la semántica y confundirlo todo.

Miren vuestras paternidades un ejemplo, aquí al pan le llaman pan y todos estamos de acuerdo en que es buen pan. El día en que empecemos a llamarle Baguette lo fastidiaremos, seguro. Hasta los que vienen de visita notan la diferencia y quieren llevarse un par de bollos. No sería mala idea que nuestros compañeros hiciesen el doble y vendiesen la mitad por la comarca o, en el módulo de comunicaciones.

Ya se me fue la olla… el caso es que durante la excursión nos llevaban a comer una tapitas de pulpo (venditos sueños…). El paisaje era hermoso y sonrosadito (debía de ser primavera…) y; estábamos sentados sobre la hierba. El pulpo era ruin pero era pulpo y no lo veíamos desde La Merced. La tabernera estaba para comérsela y, el tabernero era gilipollas, aquí la opinión era unánime y, no era sólo por aquello de que “los novios o maridos de las mujeres que nos gustan siempre nos parecen tontos del culo”, que también, sino porque el tipo nos había puesto con el pulpo ruin, un pan malísimo y duro y, un vino aún peor y avinagrado. Le mandamos venir unas botellas de “Tinta Femia” o de cualquier “Ribeira Sacra” y ¡¡no sabía de qué hablábamos!! Le pedimos entonces unas copas de “Albariño” y se nos quedó mirando como si se le hubiese aparecido el mismísimo emperador Claudio. Lo propio habría sido darle al tipo un par de guantazos por intrusismo laboral pero… por no ahondar en nuestras condenas y demostrar que no somos violentos, optamos por subir todos al autobús con los platos de pulpo, y solicitar al educador y demás acompañantes que nos trajesen de vuelta a la cárcel. Aquí vino no hay pero el pan es de primera y la Coca-Cola de marca.

Venía yo en el autobús maldiciendo porque se secaba el pulpo y pensando para mis adentros: “hay que joderse, yo venga a leer todos estos años para cultivar el espíritu; para conocer; para saber; para comprender y, ahora resulta que cualquier imbécil puede poner una taberna”. Aclárenmelo por favor… ¿es cierto que se puede andar por el mundo sin haber leído jamás a Platón, Homero, Dante, Shakespeare, Marco Aurelio?… ¿Conrad, Kipling, Dumas y; insisto… Parménides, Heródoto, Flavio Josefo, Demóstenes, Spinoza, Maquiavelo, Morris, London?, pero… ¿entonces la gente que lee?, ¿los premios planeta?, ¿no leen?, y… Uff…

Se encendió el televisor. Eran las 07:45h del sábado, me metí en la ducha y cuando salí ya tenía claro que no habíamos asesinado al tabernero. Pero le faltó poco… menuda pesadilla… de tío.

A. V. de B.

1 comentario:

  1. Pues decirte que no es imprescindible para vivir (o sobrevivir) el leer. A mí no me gusta, cada vez que cojo un libro me quedo durmiendo, pero eso no significa que no merezca vivir. Hago otras muchas cosas que a mí me parecen bastante interesantes.
    Quizá si no pudiera hacer todas las cosas que hago y me gustan por falta de medios, quizá digo, me dedicaría a leer
    (Vuelvo a repetirte que no tomes a mal mis comentarios, nunca digo nada con intención de ofender)

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