lunes, febrero 26, 2007

Diario Íntimo de un Condenado capítulo 33

La Realidad

La realidad… ¿Qué coño es la realidad? Algunos presos que acaban leyendo este diario, algunos trabajadores de la “cosa penitenciaria” y media docena de voluntarios, me preguntan por qué no escribo más sobre la realidad. Otros prefieren que no lo haga y dicen (a mis espaldas) que, ya que se me concede la inaudita gracia de publicar en aqueste blog; es mejor que siga ocupándome de cuestiones filosóficas (ya saben… Demóstenes, Parménides, Platón, Spinoza y otros desconocidos) porque, cuando menciono algo sobre la cocina, la lavandería, el servicio médico, la Institución Penitenciaria o el alcaide (la realidad…); muestro el clásico estilo salvajemente cáustico, hiriente, extremadamente irónico, faltón y suicida de un hijo puta con bolígrafo.

¡¡Aha!! Vale… les agradezco a todos la atención con que leen mis pensamientos; la perspicacia con la que leen entre líneas; la suspicacia con la que intuyen lo que ni siquiera pensé ni quise decir y hasta que me comparen con Quevedo y me deseen el mismo final. La verdad es que aquí hay menos frío que en las mazmorras de San Marcos de León pero, la humedad es mayor y… ya me gustaría escribir como él. Ya que insistís tanto en lo de la puta realidad, ahí van unas líneas de eso, me temo que políticamente incorrectas.

Mi realidad es la de un condenado intentando sobrevivir en una cárcel de máxima seguridad. Situada en el siglo XXI, ubicada en un reino que es la octava potencia mundial, pero que invierte muy poco de esa riqueza en prisiones. Y ya que preguntáis a que me refiero cuando escribo “compañeros” y… de que lado estoy, os daré mi respuesta. La realidad es que no siempre me refiero al resto de los presos, ni siquiera a los que viven en este módulo.

A veces me refiero a “los que trabajan duro cada día por hacer de esto un lugar habitable, procurando un poco de normalidad para todos”. Yo lo hago porque me gusta trabajar y hacer cosas por los otros. Es el único caldo que alimenta y da sentido a mi vida. Aliviar las penas de otros es olvidar las propias y; me da igual si en ese camino los compañeros son presos, funcionarios, jefes de servicios, educadores, psicólogas o trabajadoras sociales. Me importa que la meta sea la misma. Maquiavélico ¿verdad?...

En cuanto a lo otro… Siempre nos estamos quejando del corporativismo de otros colectivos y rara vez vemos el nuestro. El momento de las luchas colectivas en las cárceles pasó, ahora es la hora de que cada cual cumpla con la parte que le corresponde y si le queda tiempo y ganas, eche una mano allí donde se necesita y, una buena forma de echar una mano sin dar la cara es, no dificultando la labor de aquellos que arriman el hombro y dan la cara.


A. V. de B.

1 comentario:

  1. No tengo ni idea de cárceles pero estoy leyéndote y me quedo asombrada (por muchas cosas que no voy a poner pues el post sería muy largo). Quizá sea como la mayoría de la gente y esté cayendo en lo que tanto odio que es "juzgar sin conocer". Bueno a lo que iba, siendo un preso y diciendo las cosas que dices me preguntaba cómo es que tienes este blog. No espero que me contestes pero si espero que no me lo tomes a mal, simplemente estaba leyéndote y me he atrevido a escribirte esto por pura curiosidad.
    Un saludo

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