viernes, abril 06, 2007

Diario Íntimo de un Condenado capítulo 45


La mate porque era mía… (El clan)

¿Qué somos?, ¿quiénes somos?, ¿de donde venimos? No es necesario licenciarse en zoología, antropología o sociología para saber que somos mamíferos superiores. Homínidos, homo sapiens, animales sociales con las raíces evolutivas enterradas en África y Eurasia. Con una herencia genética que procede de las primeras edades de la Tierra, circulando por nuestras venas y replicándose en el ADN de nuestros descendientes. Preferimos olvidar esta parte de nosotros mismos y quizá para aliviar la carga individual, centrarnos en el tejido social.

El tejido social… una telaraña que nos une, nos defiende y al a vez nos atrapa. Une incluso a los que no quieren unirse, nos defiende de peligros que hace miles de años que dejaron de ser peligros, anticipa los miedos y a veces se hace tan pegajosa que acabamos siendo víctimas de ella como vulgares moscas. Tendría que haber evolucionado más rápido pero… los cimientos no son algo que se pueda andar cambiando cada poco; sin embargo es evidente que se resquebrajan y que necesitan una profunda reparación.

El tejido, la red, es muy resistente; destruirla sería destruir nuestras certezas, las pocas seguridades con las que contamos y, no podríamos vivir sin ellas. La solución pasa por aprovechar las labores de mantenimiento de la tela para ir sustituyendo las viejas fibras por otras más flexibles. La labor supone una gran inversión, personal realmente preparado y tiempo, mucho tiempo. La red es vieja y enorme y; para cuando los cambios tengan efecto nosotros habremos muerto.

Sin embargo parece la única solución, así que, debemos comenzar a aplicarla mientras estudiamos otras posibilidades. Tampoco estaría de más engrasar algunos puntos de fijación, hace tiempo oxidados. No sé como hacerlo pero, sé que es primordial y urgente hacer un cambio radical o eliminar el “actual sentido de la propiedad”, empezando por el lenguaje.

Vaciar de contenido expresiones como: mi mujer, mi novia, mi chica; mi esposo, mi hombre, cuando en realidad designan a: mi criada, mi esclava, mi hembra, mi macho, mi protector… mi propiedad. Y adoptar otros más de hoy como: mi compañera, mi amiga, mi amante; mi compañero, mi amante, mi amigo… “mientras quiera serlo”.

Abandonar de inmediato esa lucha fratricida: machismo versus feminismo y, cooperar. Unir fuerzas y luchar contra los verdaderos predadores sociales: los tabús ancestrales y otros más recientes, las mentiras, engaños y temores incorporados al tejido social a lo largo de los siglos por profetas, brujos, agoreros y otros entes con afán de ejercer la propiedad y la dominación sobre otros seres humanos.

A. V. de B.


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