lunes, octubre 15, 2007

Diario Íntimo de un Condenado capítulo 69


¿Educación para la Ciudadanía? (4)

¡¡UFF!! Se me olvidó advertir que aquellos que se encuentren abducidos por cualquier secta religiosa eviten leer esta serie del diario. A la mayoría de ellos les resultará a buen seguro insultante y ofensiva; otros creerán que no va con ellos porque: ellos no pertenecen a ninguna secta… vale pues, allá cada cual con lo que bebe; por mi parte queda hecha la advertencia y es a tiempo porque lo gordo aún no lo he mentado. Y ahora pido perdón al resto de la concurrencia porque, sé que saben que lo anterior lo he puesto a sabiendas de que, escribirlo, me garantiza que los jerarcas que lean lo que resta y se ofenderán mucho.

Así son los laberintos de las mentes en las que los jardineros que recortaron los setos eran tradicionales y judeocristianos. Basta que se les haga un anuncio morboso, basta que su religión lo prohíba, para que sientan una imperiosa necesidad de mirar, de leer, de practicar lo prohibido (según ellos: de pecar). Sin duda, reminiscencias de ese pecado original (tan poco original) que desde niños les meten entre oreja y oreja, con el permiso y la aquiescencia de sus padres que, en muchos casos, pagan carísimos colegios para que este tipo de mitos se enseñen ¡¡mezclados con la ciencia!!

Física, química, matemáticas, anatomopatología, trinidad y resurrección. Derecho romano, derecho canónico, derecho natural, judicatura y notarías, ducha con agua fría, misa de a ocho a diario (en ayunas); desayuno y más clases con más doctrina. Divorcio = pecado; Aborto = pecado mortal; células madre = prohibido; sexo… ni tocarlo (si tu mano te ofende, córtatela); condones… aplíquese lo precedente; VIH = castigo divino (para inmorales); inmorales = todos menos nosotros; mujer = virgen, esposa, madre; compañera… no existe, aplíquese lo precedente.

¿A que es un cacao de mil demonios? Pues, únase al párrafo anterior (a lo de ayer…) una férrea separación por sexos (sólo superada en las prisiones) que únicamente se rompe en misa de domingo. Confesión semanal obligatoria (antes de la misa). Añádase una larga lista de libros prohibidos, películas prohibidas, músicas prohibidas, revistas prohibidas y desaconsejadas. Toda diversión mal vista, por inocente que sea. En realidad, hasta la alegría y la misma risa está mal vista. Recuerdo cuanto me costó devolver a la biblioteca la novela de Humberto Eco: El Nombre de la Rosa, sin que me vieran ni la echasen falta. Una amarga revelación que leí dos veces.

Por cierto, los dos últimos párrafos pertenecen casi íntegramente al diario de un amigo que estudió medicina en la Universidad Pontificia de Navarra; en cuyo hospital universitario murieron sus padres (Farmacéutico él, esposa ella y, ambos socios supernumerarios del Opus Dei); hecho este (la muerte…) que le liberó definitivamente de unas cadenas demasiado pesadas. Prejuicios que durante años habían limitado su vida, cercenado su libertad hasta lo inimaginable, incluso en la práctica de la medicina; cayeron como el muro de Berlín mezclados con las lágrimas que derramó y con ellos una buena parte de su personalidad.

Es difícil reconstruirse, reprogramarse a si mismo después de una debacle mental de tales dimensiones.

A. V. de B.


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