Tenzin Gyatso
Igual es mucho suponer pero a mí me gusta pensar que lo que se persigue con la educación de las personas, con la ética, la moral, es la felicidad de esas personas y de las que con ellas han de compartir la vida, el edificio, las calles, las ciudades, los continentes, el planeta. Estoy de acuerdo con Tenzin Gyatso (y con Platón) en que eso deberíamos perseguir (todos) con cada una de nuestras acciones. La mayoría de las religiones vienen a decir que hay que ser infeliz en esta vida para ser feliz en otra. Por eso, hoy quiero recoger el pensamiento de este monje budista al respecto de qué cuales son los valores básicos que deberían enseñarse a cualquier ser humano y sobre quien debería hacerlo.
“La felicidad no es un don, sino un arte que hay que cultivar desde el interior de cada uno. Es la liberación, el cese del sufrimiento. He visto a personas muy ricas y muy bien educadas muy desdichadas. Las sociedades donde reina el exceso de consumo no producen ninguna satisfacción. Buscar la felicidad es conocer la realidad y combatir las expectativas erróneas porque la ignorancia es la causa de todo sufrimiento. Hay que educar la mente para reducir las divergencias entre apariencia y realidad. Prestar atención a los valores internos.
Practicar la compasión beneficia porque reduce el estrés; hay que entender que estamos en la vida para ser positivos, no para causar daño a los otros. El amor y la compasión ayudarán a tener una mayor paz mental y mejor salud. El odio, en cambio, destruye el sistema inmunológico. Mi convicción es que cada ser humano es responsable de contribuir para conseguir un mundo mejor. La gente inflige dolor a otros en la búsqueda egoísta de su propia felicidad y satisfacción. Muchas veces se confunde también placer y felicidad. Sin embargo, la verdadera felicidad surge de un sentido de hermandad.
Necesitamos cultivar una responsabilidad universal hacia los demás y hacia el planeta que compartimos. Entender que todo es interdependiente. Por ello es importante un sistema educativo laico basado en valores humanos básicos, como la compasión, el amor o la amabilidad. Ello no excluye las religiones. Pero estimo que la transmisión de los valores humanos, que antes era tarea de las religiones, debe hacerse actualmente de forma laica. Considero más importante el desarrollo de los valores humanos que la religión”.
Estoy convencido de que estas palabras son un verdadero ejemplo de ecumenismo, de sensatez y de perseverancia en las propias creencias. Lo que dice no es nuevo, en realidad es muy antiguo, tanto que hasta aparece en algún que otro Evangelio: “A Dios lo que es de Dios y el Cesar lo que es del Cesar” y según las precedentes reflexiones de Tenzin Gyatso deberían aplicarse también (y quizá con más motivo) a la educación. La realidad es el “espacio” donde todos “somos” y siempre alcanza a los que quieren escapar de ella.
“Lo importante es ser realista. Cualquiera que tenga un sentido claro de la realidad sabe lo que le espera; dependiendo de esa conciencia, la vida puede ser agradable o miserable. La verdadera felicidad llega cuando uno se da cuenta de lo que es inútil en tu vida. Es mi filosofía. Si un problema tiene solución, no hay que preocuparse. Si no la tiene, no ayuda preocuparse”.
A. V. de B
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