¿Educación para la Ciudadanía? (0)
Hoy han vuelto a reemitir las imágenes de aquel ser humano que se prendió fuego y al que grabaron (tan profesionalmente) de principio a fin mientras se quemaba vivo. No es que en las televisiones necesiten excusas para emitir una y otra vez secuencias morbosas, lo hacen en cualquier telediario y a cualquier hora (sobre todo en los telediarios); las asociaciones de bienpensantes y demás guardianes de la moralidad pública, los que protestan por la violencia en las películas que es, evidentemente, ficticia; siguen sin decir nada si la violencia es real.
Una buena amiga mía suele decir: ¿a que es alucinante? Pues sí, si que lo es pero más alucinante aún es que ese tipo de contenidos que recorren toda la gama del amarillo hasta terminar, las más de las veces, en el rojo vergüenza (ajena claro…), se programen más en temporada que en verano para llenar las horas de programación. Y así esta semana ha sido efectivamente, alucinante. Aparte del aborigen rumano ardiendo ante la pasividad general (aquí toca preguntarse si esa pasividad hubiese sido tal de haberse tratado de un nativo de Castellón…), ha habido mucho más morbo.
Y no crean vuestras eminencias que me refiero a los reality shows que han comenzado a emitirse (un año más); ni a los programas del tipo ese que cubre (con mucho menos rigor y mucho más sensacionalismo) el hueco dejado por Jiménez del Oso; o a los de cotilleo rosa, aunque en honor a la verdad, de algunos habría que decir: de despelleje con sangre. No, no. Al menos en los mentados la mayoría sabe perfectamente a que atenerse. Hablo más bien de esos otros que nos llegan disfrazados de serios, como ese que lleva por título “360 grados”, que tratándose de un programa de debate viene a sugerir que se le dará la vuelta completa al asunto del que se trate.
Nada más lejos de la realidad, claro. Ésta es que, efectivamente giran alrededor del asunto pero sin penetrar en él en ningún momento ni por casualidad. Para lograr esta difícil pirueta utilizan varias técnicas del “antiperiodismo”. Principios como: “no dejes que la realidad te estropee una buena noticia”, se convierten aquí en “no permitas que un invitado de altura se siente en el plató, aburrirá al televidente. Deja que opine Ramoncín o cualquier otro estúpido de la misma calaña, sintonizarán con los prejuicios de la mayoría y no te comprometerán”.
“La noticia no es que un perro muerda a un hombre, sino que un hombre muerda a un perro”; pero si esto no ocurre en la realidad, propícialo, invéntatelo. ¿Para que coño vas a hacer un debate sobre la realidad?; eso no trae más que problemas con los jefes, con los accionistas, con los propietarios, con los políticos, con el Gobierno. Mejor, crea una realidad virtual y debate sobre ella. No importa si las cifras no son exactas ¿a quien le importan?, manipúlalas y sobre todo, ¡no moderes el debate!, deja que todos hablen a la vez y que gane el que más grite. ¡Ah!, muy importante: que la cosa sea interactiva; deja que el público opine a través de SMS. Ganarás una pasta con las llamadas y podrás filtrar los resultados según convenga a la causa.
La causa siempre es la misma: entretener a la ciudadanía para que no vea la realidad. Es imprescindible conseguir que no sean conscientes de que Matrix existe…
A.V de B
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