jueves, noviembre 30, 2006

Diario Íntimo de un Condenado capítulo 3º

Diario Íntimo de un Condenado capítulo 3º

Resucitando a Victoria

La siguiente “revolución” en la Institución Penitenciaria española llegó de la mano de otra mujer, en un tiempo en el que las mujeres no tenían derecho a voto. Su labor no fue tan acrítica como la de Concepción Arenal ni tuvo nada que ver con la beneficencia o la caridad.

Se llamaba Victoria Kent y fue Directora General de Prisiones hace setenta años. Victoria entró en la institución como un huracán con faldas en un mundo donde sobraban pantalones y armas y… faltaban camas, mantas, comida, enfermerías; un mundo en el que de la humanidad sólo quedaba un fuerte olor. Lo puso todo patas arriba luchando contra el sistema desde dentro del propio sistema. Denunció la corrupción “generalizada” del cuerpo de funcionarios y ahí acabó su trabajo. Fue traicionada por su partido y destituida por el mismo presidente de gobierno que la había nombrado. Se exilió y hasta bien entrados los años 80 no dejó de escribir.

Visitó todas las prisiones de España (ningún otro político volvió a hacerlo…). La censura de la dictadura borró su nombre hasta de la letra de una famosa zarzuela donde, por cierto, no ha sido repuesto. Hoy, cuando tanto se presume de democracia y libertad de expresión, mientras se retiran de las calles las estatuas ecuestres del dictador; hoy, cuando las cárceles españolas almacenan casi el doble de almas que las “europeas”. Allí si aplicaron los métodos de Victoria.

En este reino la labor de aquella mujer sólo es continuada por los propios presos y sus familias. Pero está siendo una guerra larga y desigual que se ha cobrado no pocas vidas a lo largo de muchas batallas. Motines salvajemente aplastados, huelgas de hambre silenciadas, auto-mutilaciones y desde 1978, miles de recursos y quejas a unos jueces de vigilancia penitenciaria que tardaron veinte años en entender que su trabajo también consiste en proteger a los presos de los “olvidos” y abusos de la institución Penitenciaria y no tanto en “juzgar de nuevo” a los ya condenados. Abrahán Lincoln escribió: “Es difícil hacer a un hombre miserable mientras sienta que es digno de sí mismo. Estamos en ello presidente.

Es posible que algún día ya no necesitemos a Victoria, pero mientras ese día llega dedicaremos los que quedan a resucitar a una mujer que creía en los Derechos Humanos y los aplicaba cuando aun no eran ni derechos, ni humanos. Esos derechos de los que tanto se habla, me parece a mí que, con el fin de desgastarlos hasta que nos parezcan tan triviales y ajenos como esos muertos africanos, palestinos, judíos o iraquíes que acaparan los telediarios desde hace más de tres décadas.

A. V. de B.

1 comentario:

  1. me gustan mucho los articulos publicados sobre el diario de un condenado, tienen mucha riqueza linguistica y profundizan en el saber humano...podría escribir o describir con muchas palabras lo que siento al leerlos, pero la que primero me viene a la mente es satisfacción

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