viernes, abril 18, 2008

LA VISITA DE AMAIA

Lo desconocido siempre conlleva ciertas dosis de temor, aunque por pudor lo llamemos precaución. El maestro Yoda dejó dicho que el temor lleva al odio. El exceso de precaución alimenta la desconfianza y esta, el silencio y la incomunicación que, hasta donde yo he podido comprobar, nunca da buenos frutos.

La Institución Penitenciaria alberga una innegable alergia a la prensa (y no digamos a la radio y la televisión). Hasta cierto punto es normal, tienen, entre otros, el deber de preservar la intimidad de los presos y proteger sus datos y; los medios de comunicación el de enterarse, informar y opinar. El choque de intereses es pues, evidente pero, en un Estado de Derecho están condenados a convivir. Yo diría que a entenderse…

Es decir, estaría bien que la prensa tuviese más información de lo que ocurre aquí dentro y lo publicase, con rigor y sin prejuicios. Actualmente, salvo ciertas incursiones con demasiada tendencia al melodrama y al sensacionalismo por parte de alguna cadena de televisión; sólo se publica lo más escabroso: motines, agresiones, muertes, “fugas”; por cierto, con respecto a este asunto, no estaría de más que llamasen a las cosas por su nombre; “Si un preso no regresa de un permiso penitenciario, se trata de un quebrantamiento de las medidas de control impuestas; no puede ser una fuga porque, como es evidente, el preso ya se encuentra fuera de la prisión”.

Ya sé que la noticia es que un hombre muerda a un perro, no que un perro muerda a un hombre y que los “teletipos” de las agencias que alimentan las páginas de los periódicos no cuentan otras cosas sobre las cárceles. Es normal, aquí no hay agencias ni gabinete de comunicación, quizá todo iría mejor si lo hubiese. Sin embargo, ocurren muchas cosas que, aún estando “fuera de lo normal” en el devenir de un centro penitenciario; o por eso mismo, merecen ser contadas.

Amaia lo sabe porque estuvo aquí. Vino para conocer a los presos que publican en El Blog de La Cárcel sus inquietudes, sus historias, sus esperanzas, sus frustraciones… y escribir un reportaje para Faro de Vigo. Lamento que algunos no quisieran abandonar el anonimato y estoy convencido de que ella lo entendió. Hasta Julian Muñoz y José Antonio Roca huyen (ahora) de la prensa. A cambio pudo visitar todo el Módulo 6; ver con sus propios ojos en qué se ocupan sus 109 habitantes.

Su visita no estaba anunciada, de hecho, la mayoría aún no saben que aquella chica embarazada que iba por el patio de una estancia a otra, era periodista. Estoy seguro de que no esperaba encontrar tanta “normalidad” y tengo curiosidad por leer como lo cuenta. Antes de que se publique quiero reiterarle el agradecimiento de lo los que escribimos en el blog y el deseo sincero de volver a verla de nuevo por aquí ahora que ya ha podido ver que no necesita escolta para pasar una mañana con nosotros y que su hijo no tendrá antecedentes penales a pesar de haber estado en la cárcel .

J.G.G

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