La Isla (2º parte)
Scarlet Johansson… Ese ente femenino (creo que es evidente que es una mujer), sí es una buena actriz y que morbazo tan especial ¿verdad? ¡Que boca dioses y que ojos! Nunca tendrá la belleza de Kate Wislet o Kate Blanchet, ni siquiera la de Mirando Otto pero, cuando alcance la madurez interpretará como Frances MacDermond. Vaya por Dios, creo que he nombrado al universo entero de mis actrices preferidas excepto Natalie Portman (Patme en Star Wars). Sigamos con la película.
Los clones viven apartados de una sociedad opulenta a la que nada importan. Una sociedad que prefiere no enterarse de lo que pasa más allá de su cuarto de baño y que apoya un sistema desigual, con leyes hechas para ser sistemáticamente incumplidas; una sociedad miope que permite que la banca les robe a diario impunemente y encierra a aquellos que roban a los bancos, sabiendo en su fuero interno colectivo, que los segundos son unos aficionados comparados con los primeros; sabiendo que es injusto. ¿Les suena esto a vuestras paternidades tanto como a mí?
En cuanto a la parte de “reprogramación mental”, en La Isla lo hacen mediante mensajes repetitivos que administran a los agnates mientras duermen en una suerte de úteros artificiales. Aquí son más humanos y nos dejan dormir, pero durante el día, la megafonía hace un trabajo parecido. Me han contado que cuando uno sale de prisión tiene que acostumbrarse de nuevo a levantarse, desayunar, comer, trabajar y acostarse, sin que se lo anuncien.
Las puertas aquí también se abren y se cierran “solas” y claro, las pocas que no tienen mecanismo hidráulico siempre están abiertas, porque la gente espera que alguien apriete el botón y las cierre. Aunque algunos las dejamos abiertas a posta, por llevar la contraria o porque una puerta abierta nos recuerda la libertad.
La lavandería de aquí no es tan buena como la de
A. V. de B.
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