domingo, diciembre 31, 2006

Diario Íntimo de un Condenado capítulo 19


Vamos estando más cerca de la metafísica con esto de la “integridad” y yo quería orbitar alrededor de la ética, del coraje y de de decisión y la costumbre de mantener la integridad cueste lo que cueste. Así que, terminemos de una puta vez con este asunto.

Un tipo íntegro es: un tipo “entero”. Alguien que mantiene unos principios éticos y morales perfectamente definidos y decididos como valores propios y no se apea de ellos nunca, sople de donde sople el viento, mientras no le separen la cabeza del resto. Alguien que no se raja, que no miente, que va derecho y por derecho (derecho como término del argot taurino, del otro derecho mejor no hablar…). Alguien con coraje, con temple, con el miedo a favor (que no es lo mismo que sin miedo…). Alguien que nada teme porque nada debe, nada tiene y nada espera con seguridad sino la muerte y el plazo de espera le da igual. Alguien que jamás da la espalda a los amigos y menos aun a los enemigos. El que es noble. El que ni prejuzga, ni juzga, ni discrimina.

¿Conocen vuestras paternidades a alguien con esas características?, ¿si?, pues están de suerte. Son especimenes raros y en grave peligro de extinción. Cuídenlo y no se lo cuenten a nadie; si se ven en la necesidad de contarlo miren bien a quien y en que lugar, las paredes oyen. “Nuestro” Jefe de Servicios dice: “aquí se acaba sabiendo todo”, nunca le he preguntado pero… por el gesto que pone cuando lo dice, creo que quiere decir justo eso. Que la información aquí fluye en todas direcciones. Es decir, todos acabamos enterándonos de todo (con las distorsiones propias de toda comunicación) y siendo así, siempre habrá quien quiera poner a prueba la integridad de ese alguien y acabará jodiéndola (esto es, jodiendo la integridad de ese alguien o, al alguien íntegro).

Hace dos semanas, una chica dijo a otras personas que yo era una persona íntegra. Desde entonces no he dormido todo lo bien que debiera. ¿Y ahora que hago?, Es lo más bonito que han dicho de mí en estos pagos. Personalmente me hizo feliz, se lo agradezco de corazón y nunca olvidaré que su alma quiso y supo encontrar a la mía, tal como es, a pesar de la espesa niebla que se interpone entre ellas en este lugar que no es el más apropiado. Tampoco lo es para poner en palabras algo tan “fuerte”, o si…

Por cierto, aprovechando que se trata de un ente femenino el que me ha inspirado todo lo que he “barrenado” estos días acerca de la integridad (para sufrimiento de los que esto leen por obligación), es aplicable a ambos sexos, por mucho que yo me haya expresado la mayoría de las veces en masculino. Quiero que esto quede claro. Y no lo escribo ahora porque sea lo políticamente correcto (odio esa moderna forma de hipocresía que acaba alcanzándonos a todos y a todo), sino porque es la verdad.

Como he prometido escribir sobre aquello de “la maté porque era mía”, cuando llegue el momento de hacerlo, habrá más espacio para hablar del coraje de muchas mujeres, de su capacidad de aguante, de lo diferentes que somos, de lo felices que podemos ser juntos y también, claro está, del terrible daño que podemos llegar a hacernos cuando faltan, se oxidan o, se rompen los cables emocionales que siempre existen uniendo o electrocutando a los humanos que “se juntan”.

Otra cosa, la integridad no es genética, es necesario adquirirla y; los hombres y las mujeres sólo logran mantenerla si tienen firme determinación de hacerlo.

A. V. de B.


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